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Como Jorge Se Convirtió En Marido Sumiso

La alcaldesa Atenea y Pilar se hicieron con el tiempo muy buenas amigas. Atenea visitaba con frecuencia la cafetería que atendía Pilar. Las dos amas comentaban como se habían iniciado en el mundo de la dominación femenina. Pilar sostenía una copa de helado mientras contaba cómo había descubierto como Jorge, su marido sumiso la habría engañado con una mujer que conoció en un grupo de personas infieles. “Entonces él te rogó que lo perdonaras y a cambio él seria tu marido sumiso de por vida,” dijo Atenea al terminar de tomar su taza de té.

“Sí querida, fue algo incómodo en un principio pero tuve una buena guía por un par de años, así conocimos este pueblo.” La alcaldesa sacó un folleto de su bolso y se lo mostró a su amiga, “Nena, quería decirte que llegaron al pueblo unos nuevo materiales y pensé en tu marido sumiso para probarlos.” Las dos damas siguieron conversando al respecto un rato más. El fin de semana la heladería cerró por fumigación, así que Pilar decidió salir a dar un paseo con Jorge por el pueblo.

El Día Especial

Usualmente cuando Pilar sale a pasear con Jorge, él sale andando a cuatro patas con una correa al cuello, pero este día fue diferente. Jorge tenía su correa pero Pilar había hecho que su marido sumiso caminara con zapatos de tacón altos con las manos esposadas a la espalda y usaba un par de guantes que le evitaba mover sus manos. Caminaron a paso firme, Jorge siempre por detrás de Pilar. Llegaron a la calle principal del poblado y entraron a un negocio el cual Jorge no supo qué era lo que vendían debido a que Pilar lo hizo mirar al piso antes de entrar al negocio.

Al entrar, Jorge es llevado por un par de damas jóvenes a una cama donde fue inmovilizado. Una de las dos chicas prepararon la depiladora de cera para depilar y las dos damas comenzaron depilar cada parte del cuerpo de Jorge con la intención de dejarlo sin ningún vello corporal. Antes de salir, Pilar afeito totalmente el poco cabello que a su esposo tenía. “Hoy será un día especial cariño, te permitiré tener algo de placer,” dijo Pilar sonríete a su marido sumiso. Él todavía con el bozal que le impedía hablar movía la cabeza con alegría mientras que su esposa terminaba de raparle la cabeza. Las dos chicas que depilaban al sumiso se les dio la orden de ignorar los gemidos de dolor de Jorge.

La Máscara De Latex

Mientras Jorge era depilado, Pilar estaba en la recepción del local mirando un catálogo de distintos atuendos. Pilar ojeaba el catalogo hasta que encontró un atuendo que le gustó mucho. “Este quiero,” le mostró a la dama dueña del establecimiento. “Bien señorita Pilar, tengo uno con la talla correcta además de los accesorios que nuestra Alcaldesa quiere que probemos en su marido sumiso.” Ambas damas fueron al área donde Jorge ya estaba listo, sin ningún vello en el cuerpo. Fue cuando él pudo ver el cuarto donde él estaba decorado como una casa de muñecas rosada y con un letrero en letras grandes que decía SISSY.

Entonces Pilar le quitó el bozal a su marido sumiso y antes de decir algo ella le colocó su dedo en su labios. “Shiiii cariño todavía están en voto de silencio, pero hoy vas a gemir como nunca,” le dijo Pilar para calmar un poco a Jorge. Fue entonces que se le colocó en la boca del sumiso un bozal especial, esta vez tendría la boca abierta. Era necesario porque Pilar le puso en su cabeza a Jorge una máscara de látex color piel sobre la cabeza y la boca de la máscara estaba abierta como si fuera a dar sexo oral a un gran pene, por fuera parecía que era una muñeca de ojos azules.

Muñeca Inflable

Después se le colocó un traje de cuerpo completo a Jorge también de látex, pero tenía una diferencia. Tenía un sistema de bombeo que hacía aumentar la talla de los pechos y nalgas. Además de reducir la cintura, todo esto según las necesidades del usuario, “Dejémosla como una actriz porno, pechos, glúteos grandes y cintura de avispa,” dijo Pilar y una de las damas programó el sistema de bombeo dejando a Jorge con una figura muy exuberante. “Parece una muñeca inflable,” dijo la dependiente al ver al sumiso, “Sí me permite sugerir una peluca adecuada,” la dama tomó de entre un extenso muestrario de pelucas una cabellera rubia muy larga y se la colocó a Jorge, “Me encanta como se ve, como Pamela Anderson,” dijo Pilar al ver a su marido sumiso convertido.

“Creo que te llamare Pamela,” dijo la dama animada, entonces terminaron la transformación de “Pamela.” Pilar escogió para ella un vestido de sirvienta rosado muy femenino, medias de encaje, tacones a juego y solo una bragas rosadas. El traje de látex tenía protuberancias en el pecho que daban la impresión de tener pezones hinchados. Fue entonces que Pilar notó entre las nalgas de la muñeca un orificio que llegaba al ano del sumiso.

Pilar y Pamela salieron de la tienda de la misma forma en la que entraron. Ya fuera Pamela se sentía muy avergonzada por los gritos y chiflidos que las damas le daban a la muñeca viviente. “Ahora vez como se siente Pamela por ser una chica tan sucia,” decía Pilar al frotar el área genital de la muñeca. Jorge todavía tenía el cinturón de castidad puesto. Ambas llegaron a la casa de la Alcaldesa Atenea, un sumiso muy atractivo con una correa al cuello y en castidad las recibió y las invitó a la sala de estar. Pilar tomó asiento en uno de los sillones mientras que Pamela se hinco en el piso a un lado de su esposa.

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Vamos A Disfrutarnos De La Muñeca Pamela

Fue entonces que entró Atenea a la sala acompañada del brazo de otros dos sumisos igual de atractivos. Seguían detrás de ella un par más de sumisos que traían una mesita de café. “Déjame ver a esa muñeca que te acompaña,” dijo la Atenea al ver a Pamela. Pilar dio la orden a la muñeca de ponerse de pie. La Alcaldesa manoseo cada parte del cuerpo de la muñeca haciéndola retorcerse. “Se siente tan real amiga,” dijo Atenea al nalguear los glúteos de la muñeca. Las dos damas se sentaron a tomar un café y conversar un poco mientras que los sumisos de la alcaldesa los salían de la sala y Pamela volvió a su lugar.

Al terminar, Atenea tomó una campana roja que tenía en la mesita y la hizo sonar. Rápidamente los cuatro sumisos entraron en la sala y se pusieron a cuatro patas mirando al piso frente a las dos damas. “Bien niños, se han comportado a la altura estas últimas semanas,” dijo la Alcaldesa a sus sumiso. “Hoy no solo me darán sexo oral a mi y a mi amiga la señorita Pilar, sino que podrán disfrutar con sus penes de la muñeca Pamela.” Jorge estaba aterrado, pero no podía hacer nada, sabía que Pilar era cruel con él pero si se une con Atenea que a todas luces era más profesional que su esposa pero…. llegó a la conclusión de dejar de pensar tanto y mejor obedecer.

Sexo Oral

Atenea y Pilar le quitaron las jaulas de castidad a un par de sumisos y ambos sumisos agradecidos con su Ama se llevaron a la muñeca Pamela a un sillón que se encontraba enfrente de las dos damas dominantes, donde comenzaron a tocar y masajear cada parte de la muñeca y obligaron a la muñeca a masturbarlos para tener una fuerte erección mientras las dos damas disfrutaban del acto de los sumisos y la muñeca.

Los dos sumisos restantes comenzaron a saborear con sus lenguas la intimidad de las damas. “Dios mio que lengua, parece un perro hambriento,” decía Pilar al gozar del sexo oral que le daba el sumiso, “Puedes orinarte en él si quieres, él lo beberá con gusto,” decía Atenea. La alcaldesa le demostró que sus sumisos bebían orina al orinarse sobre la boca del sumiso, el la bebió sin derramar una gota. Pilar lo hizo con su sumiso con un resultado igual.

Pamela logró que los dos sumisos tuvieran una erección. Uno de ellos metió su pene en la boca de la muñeca mientras que el otro comenzaba a dilatar el ano con la intención de penetrarlo. A Jorge dentro del traje comenzaba a calentarse. Nunca había tenido una verga en su boca pero el accesorio que tenía le impedía cerrar la boca. Él emitió un gemido cuando sintió el pene del otro sumiso dentro de él. Los dos sumisos colocaron a cuatro patas a Pamela para penetrarla así con fuerza y lujuria ambas damas miraban el acto con placer mientras tenían un fuerte orgasmo por parte de las lenguas de los sumisos.

Una Zorra Insaciable

“Parece que tu muñeca es una zorra insaciable,” decía Atenea entrecortando la voz. “Tus sumisos si que tiene buen aguante, la golosa de Pamela lo va agradecer.” Pilar empujaba la cabeza del sumiso para intensificar la sensación, en un momento ambos sumiso eyacularon dentro de los orificios visibles de la muñeca, mientras que Jorge involuntariamente libero liquido pre seminal.

Fue entonces el turno de los otros dos sumisos ya liberados de la jaula. Sus penes se pusieron erectos casi de inmediato. Los dos sumisos comenzaron a saborear el ano de las damas. “Nunca me habían lamido el ano así,” decía Pilar al acercarse a Atenea la cual besó los labios de Pilar, acto que Pamela no pudo ver porque tenía una verga en su boca y otra en medio de sus pechos. Los dos sumisos pusieron boca arriba la muñeca y seguían penetrandola por ambos agujeros. Pamela sentía que se partía por el medio, solo podía escuchar los gemidos de ambas damas.

Pamela En Un Bukakke

Pilar completamente embelesada acariciaba la mejilla del sumiso, “Me encantaría ver a Pamela en un bukakke.” Atenea hizo una señal con la mano y ambos sumisos se unieron a sus compañeros, acostaron en el piso a Pamela y eyacularon los cuatro sobre el cuerpo de la muñeca. Pilar tomó una foto de la muñeca llena de semen, “La usare para chantajear a Jorge en otro momento.”

Ya era tarde, se escuchó un fuerte trueno y comenzó a llover fuertemente, “Tendrán que pasar la noche aquí querida, Pamela podrá dormir aquí en la sala dentro de una jaula.” Los sumisos ya con sus cinturones de castidad puestos trajeron una jaula de perro lo bastante grande para que Pamela pudiera entrar pero debía abrazar sus piernas. Pilar colocaría entonces una manta para cubrir la jaula, “Que duermas bien sucia Pamela,” le dijo Pilar a la muñeca.

Atenea se acercó a Pilar por la espalda y la abrazó, “No te preocupes de tu esposa, va a disfrutar como nunca conmigo en la noche,” dijo la alcaldesa. Antes de cubrir totalmente la jaula, ambas damas se dieron un enorme y candente beso francés, cubrieron la jaula y subieron a la habitación de Atenea cerrando por dentro para evitar alguna visita indeseada.

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