La Mudada Al Pueblo Femdom

A Pilar y su esposo sumiso Jorge se les había permitido vivir dentro del pueblo de Santa Lucía la Grande. Ambos tenían un negocio de helados en la ciudad pero al enterarse que dentro del pueblo solo vendían helados de fábrica, decidieron mover su negocio a dicho pueblo. Además, gracias a una infidelidad de Jorge, Pilar lo tenía como su esclavo personal.

La asociación de nuevos inquilinos del pueblo femdom debía aprobar la solicitud de cualquier persona que quisiera mudarse al pueblo, no solo debían practicar el FEMDOM, sino también aportar algo para la comunidad. Las Damas dominantes de la asociación vieron con buenos ojos el negocio de la heladería y dieron el permiso de mudanza a la pareja, la cual adquirieron un local que fue una cafetería donde podían fabricar el helado y en la parte de arriba podían tener su departamento.

esposo sumiso

El Nuevo Trabajo De Su Esposo Sumiso

Pilar se encargaría del negocio mientras que Jorge, su esposo sumiso elaboraría los helados en la noche. En el pequeño café ahora convertido en heladería, Pilar decidió contratar a un par de jóvenes sumisos muy atractivos para trabajar como meseros de dicho establecimiento, “Pensé que yo haría eso,” dijo Jorge pero Pilar le dio una abofeteada a su esposo sumiso. “Te tengo un trabajo diurno querido,  así que no vas a tener que preocuparte por servir mesas,” dijo Pilar orgullosa. En la mañana temprano, le mostró a su esposo sumiso su nuevo trabajo. Llevaría una carreta con helados por todo el pueblo, una chica universitaria de nombre Eleanor que era la sobrina de la alcaldesa buscaba un trabajo para las vacaciones, le gustó la idea de vender helados y de promocionar el local.

Las dos damas pusieron a Jorge de rodillas y le colocaron una brida en la cabeza del sumiso y lo engancharon en la parte frontal de la carreta como si fuera un burro de carga para que tuviera que andar a rastras para jalar la carreta. Los dos meseros sumisos subieron los contenedores de helado, la carreta tenía una sombrilla y un asiento para que Eleanor pudiera sentarse y poder guiar a Jorge. Por último colocaron a un lado de la cabeza de Jorge un bote con un letrero que decía propinas a un lado. “Más te vale querido que ese bote esté lleno para cuando regreses,” dijo Pilar acariciando la cabeza rapada de su esposo sumiso. “¿Segura que puedes con él?” Preguntó Pilar a la joven, “Claro, mi especialidad es la dominación femenina de sumisos con técnicas de equitación,” dijo Eleanor muy segura de sí misma.

La Policia Revisa Los Datos De Jorge

Casi al medio día, Eleanor montó el carreta y guió a Jorge por las calles del pueblo, sentada sujeto las riendas con una mano y con la otra mano sujetaba una fusta la cual usaba para golpear al esposo sumiso. A medio camino una de las policías de la comunidad los detuvo. “¿Nombre y registró por favor?” dijo la agente. Eleanor mostró su permiso  y la policía lo revisó en una tableta que llevaba, acto seguido tomó un escáner y tomó el código de barras que tenía el collar que tenía puesto Jorge al cuello.

“Muy bien todo en orden, ya sabes tengo que revisar a las nueva gente,” dijo la policía al acariciar las nalgas de Jorge para después darle un fuerte golpe con la mano abierta. “Dame un cono de helado de vainilla por favor,” dijo la oficial y Eleanor le preparó dicho cono. La oficial miraba divertida la postura de Jorge y miró el cinturón de castidad que tenía puesto, “Valla un modelo que te bloquea el paso de la uretra, chico sí que hiciste algo muy malo,” dijo la oficial al acariciar los testículos azules del sumiso,”Con razón tu esposa dio permiso para maltratarte.” Eleanor miraba divertida a la oficial de policía.

Venta De Helados

Al llegar al centro del pueblo varias damas se acercaron al carreta curiosas. ”Venta de helados de la señora Pilar,” decía Eleanor por un altoparlante, “Todos elaborados con ingredientes naturales y de manera artesanal.” Varias damas pidieron cono para ellas y al parecer les gustaron mucho. Eleanor entregaba un volante con la dirección de la heladería. Varias damas decidieron ir al local, otras damas se quedaron en el parque a degustar los helados, algunas damas incluso compartieron un poco de helado dejándolo en un tazón sobre el piso.

Mientras el café ya abrió, varias damas entraron en él. Dentro del café, tenía mesas pequeñas muy cómodas, una barra con banquillos y tras de ella una antigua máquina para café de latón. Pilar la trajo de su pueblo natal para preparar café orgánico todos los días;  pero fuera del negocio había unos postes con tazones de perro por si alguna dama quería dejar ahí a sus sumiso o en una área de castigo dentro del local. Podían dejar a sus sumisos ahí a esperar a que sus damas terminaran sus alimentos. Los dos sumisos contratados para ser meseros hacían su trabajo rápida y eficientemente, no usaban ropa más que una corbata de moño colocada al cuello y una pequeña campanilla sujetada a la jaula de castidad que tenían puesto.

La Visita De La Señora Atenea

Todas las damas apreciaron el cuerpo desnudo bien ejercitado de ambos sumisos dejándoles buenas propinas. Ambos las colocaban en un bote a un lado de la caja registradora la cual era manejada por Pilar. Después de las una, llegó Atenea la alcaldesa del pueblo. Ella llegó acompañada de un par de sumisos con una máscara de látex que les cubría la cabeza. La dama los colocó en los pilares y les sirvió un poco de agua en los tazones. Ella entró y se sentó en la barra. “Buenos tardes,” saludó la alcaldesa a la dueña del local.

“Buenas tardes señora Atenea ¿Qué le puedo servir?” la alcaldesa miró el menú y pidió un helado flotante, “Sí es muy lindo el negocio, tal y como lo propusiste al concejo,” la alcaldesa admiraba el recinto sin quitarle la vista a los dos camareros, “Si señora, justo como se lo comenté,” antes de continuar, al celular de Pilar le llegó un mensaje. Pilar lo miró y rápidamente dio una respuesta.

Pilar Le Da Permiso A Su Esposo Sumiso Para Usar El Baño

Uno de los camareros llevo el pedido a la alcaldesa y ella no desaprovecho el momento de nalguear al camarero. “Muchas gracias señora,”dijo el camarero antes de volver a su labor. Pilar volvió con la alcaldesa, “Perdone era su sobrina,”  me dijo que mi esposo sumiso está pidiendo usar el baño.” La dama le mostró a la alcaldesa un video, él sumiso todavía en cuatro patas acariciaba el lóbulo de su oreja izquierda. Era la señal para solicitar ir al baño. “Muy buena idea, para no molestar a nadie y ¿Qué le dijiste?” Pilar miró con malicia a la alcaldesa, “Le dije espera unos 25 minutos, le permites ir al baño, no olvides quitarle el tapón uretral, me gusta que el haga todas sus necesidades al mismo tiempo, para no perder el tiempo.” Ambas damas rieron y siguieron con una conversación.

Pasado el tiempo ya liberado pero sin quitarle la brida de la boca, él esposo sumiso fue a uno de los baños públicos del parque que se encontraba en el centro. Los baños públicos estaban separados, el W.C. de las damas era muy bello y cómodo, los inodoros eran impecables y privados con papel fino. Todo bien cuidado, mientras que el lado para los caballeros sumisos eran diferentes, si limpios pero sin urinales, en vez de inodoros comunes había unos especiales, traídos de Asia los cuales estaban empotrados en el piso con manijas de metal en el piso. Los sumisos debían ponerse en cuclillas y sujetándose de las manijas hacer sus necesidades en esa postura, además no había puertas.

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La Oficial En El Baño Con Jorge

Cuando Jorge comenzó, escuchó unos pasos entrar al WC. Era otra oficial de policía. Ella lo siguió  al baño, él todavía estaba en esa posición cuando ella se puso frente del sumiso. No había puertas para que cualquiera dama pudiera revisar a sus sumisos. La oficial de la ley revisó el collar que tenía y volvió a revisar sus datos, “No trates de escapar ¿Verdad basura?” Dijo la bella oficial de policía. Jorge aterrado y sin poder hablar movía la cabeza negando. La oficial tomó una correa y se la puso al cuello del sumiso, “Bueno no te importará que te lleve a tu dama,” él esposo sumiso bajó la cabeza y se apresuró a terminar.

Las oficiales de policía usaban unas botas negras de equitación, un short azul y blusa blanca ligeramente escotada la cual mostraba sus insignias, usaban lentes oscuros y una gorra de policía, a la cintura cargaban con diferentes herramientas como una macana y un collar además de otros objetos. Al terminar, Jorge fue guiado a los lavamanos por la oficial, en vez de espejo había instrucciones precisas para lavarse las manos y otras partes del cuerpo, las cuales Jorge siguió la pie de la letra vigilado siempre por la oficial.

Para Que Aprendas A Comportarte

La policía llevó a Jorge a cuatro patas ante Eleanor que lo esperaba sentada bajo el techo del carreta. La oficial colocó de nuevo al sumiso al fuente del carreta “¿Paso algo malo oficial?” Preguntó la chica mientras estiraba la fusta con severidad, “Encontré al sumiso a su supervisión dentro del baño,” dijo la oficial de policía. Eleanor colocó al piso una plato con pasta alimenticia y un tazón de agua para Jorge. Mientras el sumiso consumía sus alimentos, ambas chicas fueron a la parte trasera del carreta, “No lo conocía así que lo seguí, lo que me llamó la atención es que no usaba el bloqueo uretral que en sus datos indica que el debía traer puesto.”

Entonces Eleanor le mostró el aditamento. “Se lo quité para poder usar el W.C., su esposa me dijo que ella se lo pondrá cuando regresemos a casa.”  La policía tomó nota y dejó a la chica sin ningún problema no antes de darle un golpe con la macana en el estómago al sumiso, “Para que aprendas a comportarte,” dijo la oficial de policía antes de irse.

Una Buena Ganancia

Ya cayendo el sol, Eleanor guió a Jorge de vuelta a casa, guardaron la carreta y Eleanor entregó la ganancia del día y el bote de propinas mientras que Pilar volvía a bloquear la uretra de su marido y contar el dinero obtenido del día mientras que los camareros limpiaban el local. “Bien, obtuvimos buena ganancia,” decía Pilar sentada en una silla frente a Eleanor. Jorge estaba debajo de la silla de Pilar dándole un masaje de pies. “Les gustó mucho los helados, incluso me preguntaron si podía hacer pedidos para fiestas.” Pilar lo pensó un poco, “Tal vez el próximo mes podamos dar ese servicio, también pensaba en ofrecer  pasteles hechos con helado.” Ambas platicaron un rato más sobre el negocio y Pilar le entregó su pago del día a Eleanor. La chica salió hacia su casa dejando a Pilar sola con los tres sumisos.

Pilar iba a quitar la brida a su esposo sumiso pero se detuvo, “Mejor te la dejo, me gusta más tener tu silencio,” dijo la dama y guió al sumiso al anexo para fabricar helado. “Ten la lista de sabores que faltan preparados y podrás descansar,” dijo la dama al dejar a su esposo con su trabajo. La chica fue a ver a los dos camareros, ambos se comportaron muy bien todo el día, juntaron buenas propinas y la dama enviaría su pago a la Dama que entrenó a ambos sumisos.

Una Recompensa Por Un Trabajo Bien Hecho

Pilar contrató a ambos sumisos por todo el verano así que se quedarían en el negocio para dormir en el área de castigo de la cafetería. Ellos esperaban a cuatro patas en dicha área a que Pilar inspeccionara su trabajo, “Bien… muy bien chicos los felicito,” desea la dama al acariciar la espalda de ambos sumisos hasta acariciar sus traseros, “Creo que voy a darles algo por su buen trabajo hecho,” invitó a ambos sumisos a que se pusieran de pie y los llevó a su alcoba.

Dentro, Pilar se sentó en la cama y ambos sumisos se acercaron para lamer los pies de la dama, “Que bien lo hacen,” dijo la dama mientras tocaba un par de llaves que tenía en una cadena al cuello, “Veamos qué pueden hacer.” La dama acostó a ambos sumisos a la cama y les quitó sus jaulas de castidad. Ella frotó ambos penes con lujuria y rápidamente se pusieron duros como rocas. “Sí que son buenos chicos,” decía la dama al introducir en su boca uno de los penes y seguir frotando el otro pene con su mano. Ambos chicos gemían de placer y dolor mientras que Pilar disfrutaba de la virilidad de los chicos.

Los Nuevo Amantes De Pilar

Cuando Jorge terminó de hacer la mezcla de helados y dejándola congelar volvió a la aviación que pensó que compartiría con su esposa. Él tocó la puerta y esperó a que le abrieran la puerta. Pilar tardó un rato en abrir la puerta. Al final, cuando abrió la puerta estaba en ropa interior y su cara y pecho llenos de semen todavía caliente. “Cariño, todo el verano dormirás en el área de castigo.”  Jorge miró asombrado a su esposa y vio a ambos sumisos frotándose el pene el uno al otro con fuerzas hincados sobre la cama, “Lo que ordene la señora Pilar,” decían ambos sumisos al unísono totalmente excitados. “Ves cariño, ellos son más jóvenes, más atractivos y mucho más dotados que tú ¿Acaso vas a impedir que me dé gusto con ellos?” dijo la dama antes de cerrar la puerta.

Pilar tomando de la oreja a su marido lo llevó al área del castigo, le quitó la brida de la boca y lo empujo para que se acostara en el piso. Ella se subió encima de él y lo besó con fuerza para que él saboreaba el sabor del semen de los camareros. “No creas que he olvidado tu infidelidad,” decía la dama al amarrar las manos y piernas juntas de su marido y volvía a colocar la brida en la boca. “Ahora me toca gozar a mí y espero que disfrutes todas las noches de verano escuchándome gozar,” la chica lanzó un beso a su marido y le dio un puntapié en sus genitales haciéndolo gemir de dolor para volver a su alcoba. Jorge no pudo dormir, no por la postura sino por los fuertes gemidos que emitía su esposa mientras tenía relaciones sexuales con sus dos nuevos amantes.

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