Ama Jessica estaba acostumbrada a tener a cualquier hombre a sus pies. Los hombres sumisos que la habían servido a través de los años dejaron de satisfacerla en todos los aspectos.
Necesitaba una experiencia diferente que la hiciera vibrar de nuevo, pero no sabía por dónde comenzar. Decidió alejarse por un tiempo del estilo de vida BDSM que llevaba, y de todos aquellos que la conocían.
Una mañana mientras caminaba como todos los días alrededor de un parque, se tropezó y calló al suelo. La pareja que venía caminando a unos pocos metros de distancia detrás de ella, se apresuró a ayudarla a levantarse.
Un hombre muy apuesto, acompañado de una mujer hermosa de ojos claros y mirada profunda.
No pudo sostenerse en pie y ambos la ayudaron hasta llegar a su coche. Jessica sentía algo muy extraño cada vez que su mirada se cruzaba con la de aquella mujer.
Los tres se quedaron platicando por un rato y fue cuando Jessica supo que se llamaba Elisa. Como forma de agradecimiento los invitó a cenar a su casa la siguiente noche. Él se disculpo por no poder asistir, pero Elisa aceptó sin titubear.
Se despidieron y cada quien se fue por su lado, desde ese momento Jessica no dejó de pensar en Elisa, su figura, sus labios y sus hermosos ojos.
Regresó a su casa y desde ese momento comenzó a planear todo para la cena. Se decidió por preparar un platillo con mariscos, ensalada y puso una botella de vino blanco a enfriar.
Eligió la música que iba a tocar, checó que hubiera suficiente leña para la chimenea y se recostó en el sofá cuando su pierna comenzó a dolerle de nuevo.
Ama Jessica jamás había estado con una mujer, de echo se sentía intimidada por Elisa. A pesar de ser un sentimiento nuevo y extraño para ella, su excitación era inminente.
Tomó una pastilla que le ayudara a disminuir el dolor y se quedó dormida por unas horas. Mientras dormía tuvo un sueño con Elisa; ambas desnudas en la cama, acariciándose y besándose por todo el cuerpo. La despertó un orgasmo intenso y los jugos que se deslizaban entre sus piernas………..