Tenía que comprobar que aquel hombre era quien decía ser, estaba cansada de escuchar a otros hombres sumisos decir ser masoquistas cambiando  de opinión a las primeras de cambio por no soportar un látigo golpeando su espalda.

Mi nombre es Miss Tania. Le puse un collar alrededor del cuello y lo guíe al centro de aquel salón en donde se daba la fiesta. Me siguió sin réplica y encontré una baranda en la que amarré sus manos. Vamos a ver si eres en verdad quién dices ser niño.

 

Desabroché su pantalón y lo bajé hasta sus rodillas. Llevaba puestas pantaletas rojas de mujer a través de las que se notaba el bulto grande de su pene.

No pudo ocultar el grado de excitación ya que su erección lo delataba. Lo amarré contra la pared, tomé un látigo pequeño y comencé a usarlo sobre su espalda y sus nalgas.

En un principio fui sutil, pero al ver que no se quejaba o movía, comencé a aplicar mas y más fuerza para doblegarlo hasta que  conseguí arrancarle un quejido.

Ese esclavo era de verdad un esclavo masoquista y yo estaba muy complacida. Lo quería para mí y ya lo sabía mío.

Cedí el látigo a otra Ama Domina para que siguiera con el trabajo, pero advirtiéndole que no dejara marcas en el cuerpo perfecto de mi esclavo y regresé a mi mesa para disfrutar del espectáculo acompañada de mi copa de vino.

Lo miraba de lejos y los ojos de mi nuevo esclavo y los míos se cruzaron. Había dolor en su rostro, pero también reflejaba placer con cada golpe.

Al terminar mí copa de vino, me levanté y fui hacia él. Acaricié su espalda que estaba completamente roja y ardía y el esclavo agradeció mi gesto. Tenía una gran sonrisa en su cara. Lo solté, le dije que se vistiera y me siguiera a mi auto.

Salió caminando detrás de mí como es debido y al llegar a mi auto le ordené que subiera para ir a casa. Si Miss Tania, lo que usted diga, me dijo sin mirarme a los ojos. Se sentó sin recargarse pues su espalda le dolía por los golpes del látigo.

Después de 20 minutos estábamos en mi casa y lo invité a entrar.

Bienvenido a tu nuevo hogar niño. Él miró alrededor y sonrió. Mi nueva casa Miss Tania? Si niño, como lo estás oyendo, quiero que vayas a recoger tus pertenencias y te vengas a vivir conmigo.

Vas a ser mi esclavo y yo voy a ser tu Ama a partir de este momento. Lo tomas o lo dejas? Sin chistar contestó Si mi Ama.

Está bien, vete ahora mi niño y te espero dentro de 2 días. El esclavo después de agradecer a su Ama, salió por la puerta y se fue.

Exactamente 48 horas después, tocaron a la puerta y era él con 2 maletas. Lo dejé pasar y le di la bienvenida sonriendo. Tenía muchos planes para él y para nosotros, le mostré su cuarto y me retiré a dormir.

Había mucho que enseñarle y su entrenamiento comenzaría al siguiente día…….