Las Tareas De Sumiso Jacobo
Sumiso Jacobo llevaba tres de los seis meses que tenía que servir a la señorita Eloísa debido a una apuesta que no pudo pagar. Jacobo aparte de hacer el trabajo hogareño que consistía en limpiar y trapear pisos, sacudir todos los mueves, aspirar los pisos, lavar el baño, preparar las tres comidas que la señorita Eloísa solicitara, tender camas, lavar toda la ropa a mano y cualquier tarea que la dama se le ocurriera. Jacobo debía permanecer usando solo unos bóxer negros que la dama habría escogido especialmente para él.
Además de usar una jaula de castidad rosada por todo el tiempo que duraría su servidumbre, unos seis meses, “No habrá nada de sexo de tu parte Jacobo,” le dijo la señorita Eloísa al terminar de colocar la jaula en el pene del sirviente. “Te ayudará a enfocarte en tus tareas diarias y evitará la distracción del placer físico,” dijo la dama al colocar la llave en una cadena que ella llevaba al cuello.
La Bandeja Con Juguetes Sexuales
Para evitar retrasos en las labores, sumiso Jacobo se mudó al departamento de Eloísa, claro, solo en lo que él pagará la deuda y así podría comenzar con sus labores antes de que saliera el sol. Él dormía en una manta en un rincón de la sala y Eloísa lo trataba casi despectivamente, casi como un objeto él cual solo recibía órdenes que debía cumplir y Jacobo solo debía responder con un “si señorita” y nada mas. Él sumiso pensó que ella solicitaría algún masaje o le ayudará en otra labor que él pudiera tocar su hermoso cuerpo, pero ella le prohibió el contacto física con ella. Claro, ella lo reprendía o lo golpeaba con su palma de la mano o un cinturón para castigarlo.
Cierto día cuando sumiso Jacobo volvió de hacer compras, encontró en la cocina una charola de plata con un bozal y un recado para él. “Ponte el bozal, colocado en la bandeja con los condones y lubricantes que se encuentran en el botiquín del baño de manera simétrica y espera en mi alcoba de rodillas sosteniendo la charola.” Él sumiso rápidamente cumplió la orden y asumió la postura indicada con la charola con los condones colocados en forma de abanico y los tres frascos de lubricante colocados de tal manera que parecieran el mango del abanico.
El BDSM Bull De Eloísa
No tardó mucho en llegar Eloísa acompañada de uno de sus amantes. Un hombre blanco bien ejercitado y más alto que sumiso Jacobo él cual miró al sumiso a un lado de la cama “¿Es acaso tu esposo?” Preguntó el Bull señalando a Jacobo, “Él ya quisiera,” dijo la dama riéndose de su sumiso. “Si quieres puedo ordenarle que se vaya y nos deje solos,” dijo la dama al besar apasionadamente a su amante. “No que se quede, a ver si aprende algo,” la pareja se metieron a la cama y comenzaron una ronda de besos y caricias apasionadas para después de desnudarse uno al otro.
Él amante le retiró las bragas a Eloísa y se las colocó en la cabeza de Jacobo, “Sería una fantástica lámpara de noche,” la pareja se burlaba e insultaba al sumiso cornudo, él cual debía permanecer inmóvil todo el tiempo o si no sería castigado brutalmente por Eloísa u tal vez aumentaría su deuda.
Comenzó el acto sexual entre los dos amantes con una fuerza e instanciadas que ya quisieran las productoras de cine porno, comenzando con sexo oral mutuo. Eloísa montando a su amante o él sobre ella. Tuvieron sexo por largo tiempo y claro siempre con condones. Cada vez que el Bull eyaculaba, Eloísa colocaba dicho condón en la cintura de Jacobo para mantenerlo humillando y demostrare lo poco hombre que es.
Sumiso Cornudo
Él sumiso cornudo debía permanecer inmóvil, pero el acto sexual lo excitaba muchísimo pero la jaula de castidad le impedía tener una erección provocándole algo de dolor e incomodidad. Todo terminó cuando él Bull se fue del cuarto dejando a Eloísa totalmente satisfecha. “Ya puedes retirarte e ir a descansar, dijo la dama al sumiso, él cual salió de la habitación hacia su rincón para dormir lo que le quedaba de la noche.
Días después, Eloísa volvió al departamento sola pero algo alegre y sumiso Jacobo estaba terminado de lavar los platos en la cocina, la dama lo abrazó por la espalda y le susurró al oído, “Ven a mi habitación cuando termines, te tengo una sorpresa.” Él sumiso Jacobo terminó con su trabajo, se dirigió al cuarto de la dama donde ella lo invitó a sentarse en la cama. “Haz sido un buen sirviente,” dijo la dama. “Así que esta noche te permitiré sentir algo de placer,” Jacobo se sintió feliz. “Por favor señorita hágame lo que quiera,” dijo el sumiso cornudo a la dama. “Eso quería escuchar,” dijo Eloísa y le colocó al sumiso una venda en los ojos. Sumiso Jacobo sintió como la dama acariciaba su cuerpo y como ella le quitaba los bóxer.
Penetrando A Su Sumiso Con Un Arnés
Antes de que sumiso Jacobo pudiera hacer algo, ella lo tumbó en la cama y lo obligó acostarse boca abajo y ella le esposó manos y piernas en la cama. “¿Qué planea hacer?” Dijo él sumiso pero ella le tapó la boca. “Silencio querido,” dijo la dama y fue entonces que ella le tapó la nariz, para forzarlo a respirar con la boca abierta. Al hacerlo, ella le metió un dildo en forma de pene en la boca de su sumiso él cual sujetó como mordaza. Después, ella colocó almohadas bajo la cadera del sumiso para que él levantara su culo.
La dama domínate se colocó un guante de látex y lo lubricó. Entonces introdujo su dedo dentro del culo sumiso Jacobo haciéndolo gritar, “O vamos te dije que sentirías placer pero no te dije donde.” Entonces la dama comenzó a masajear el ano virgen del sumiso haciéndolo gemir. Cuando el culo estuvo completamente dilatado, la dama usó un arnés con un dildo de buen tamaño y bien lubricado.
Perra Insaciable
La dama comenzó a penetrar a su sumiso con fuerza. La cadera de la dama se movía con sensualidad mientras que profanaba el ano sumiso Jacobo. “Vamos perra insaciable, grita más fuerte.” La dama penetraba con lujuria al sumiso él cual no pudo contenerse y tuvo una eyaculacion provocada por la estimulación rectal mojando las almohadas. La dama tomó el semen y se lo embarro en el rostro. “Si que eres una perrita insaciable, tendré que ser más dura contigo,” la dama prosiguió sodomizando al sumiso por largo tiempo antes de botarlo de la cama y obligarlo a dormir en el piso.