El Mensaje Que Envió La Dama Dominante

A Miriam, una dama dominante, debía de organizar una reunión con sus mejores amigas Carla, Fernanda y Estela. La dama al revisar algunas páginas para sacar alguna idea y leyendo del control de castidad, vio un imagen hentai y tuvo una idea brillante. La dama envió el mismo mensaje a sus amigas:

Reinas:
Por motivos de la reunión que se hará en mi departamento, solicito que cada una de ustedes traiga a un sumiso joven, bien parecido y virgen del ano. Además de haberlo tenido en castidad por lo menos una semana antes de la reunión. Ya verán cómo nos vamos a divertir.
Atte. Miriam

Al enviar el correo electrónico, la Dama Domínate se puso a buscar los materiales necesarios para la reunión. Llegó la fecha de la reunión y Miriam eligió a un sumiso bastante joven pero muy sumiso y con ganas de aprender y claro, lo tuvo en castidad por la semana que ella habría solicitado. Él sumiso comenzó a preparar bocadillos y bebidas para la damas. En un rato, llegaron las demás damas a la reunión, cada una con su respectivo sumiso.

Sumisos Como Camareros

Miriam, la dama dominante saludó de besos a sus amigas, “Bienvenidas chicas, espero que sus cerdos sepan los protocolos de la casa,” dijo Miriam a sus amigas. De inmediato las tres damas ordenaron a sus sumisos a desnudarse por completo. Ordenando su ropa dentro de un armario y fueron a la cocina para ayudar al sumiso de Miriam con los bocadillos y bebidas. La intención era que los sumisos servirían a las damas como camareros llevando comida, encendiendo un cigarro, sirviendo de cenicero o según la orden de cada dama en la reunión, todo esto debían hacerlo sin decir una palabra.

La reunión proseguía de forma normal, las damas sentadas en una sala comentaba sobre algún tema mientras que su sumiso servía de alguna manera según el deseo de su dama dominante. “Que gracioso cada sumiso lleva un color distinto de jaula de castidad,” dijo Carla al mirar a los cuatro sumisos. Él sumiso de Estela usaba una jaula roja, él de Carla le puso un color verde fosforescente. Fernanda escogió un color blanco y la anfitriona Mirian escogió un dispositivo rosado para su sumiso.

Conceder El Placer

“Espero chicas que siguieran mis peticiones,” dijo Miriam a sus amigas, “Claro aunque el mío me rogó ayer que lo dejara masturbarse y le tuve que golpear los testículos con una regla,” dijo Fernanda molesta con su insistente sumiso. “No te preocupes cariño, a lo mejor si él gana la carrera le concedes ese placer,” Miriam dijo a sus amigas mientras que las invitaba a una habitación especial para el evento ordenando a los sumisos que esperaran en la cocina a ser llamados.

Dentro del cuarto, había un sofá en semicírculo muy acogedor y en medio de la habitación había una estructura cubierta con una sábana Miriam pidió a Carla que le ayudara a quitar. Debajo de la sábana había cuatro largos tablones de madera puestos a modo de carril. Sobre cada tablón había colocado cinco dildos erectos que iban de uno pequeño hasta uno de gran tamaño. Entonces Miriam le dio a cada una de sus amigas un arnés que tenía una enorme verga de color negro para que cada Domina se colocara en la cintura. Fue entonces cuando llamaron a los cuatro sumisos.

dama dominante

La Mayor Zorra

Los cuatro entraron y miraron impresionados las cuatro tablas, “Todos escojan un carril y pónganse de rodillas.” Los cuatro sumisos en silencio obedecieron la orden de la dama. “Muy bien hoy vamos a ver cual de los cuatro es la mas zorra de la casa,” dijo Miriam al señalar con una mano el carril mientras que con la otra se frotaba el pene negro de látex que traía a la cintura. “Como verán queremos ver como se penetran a ustedes mismo del menos al mayor pene.” Mientras que Miriam comentaba las reglas del juego, las demás damas colocaban lubricante a cada dildo, “Deberán de introducirse cada dildo lo más profundamente dentro de cada culo y además tendrán que hacerlo unas veinte veces,” dijo Miriam al golpear un dildo del carril.

“Nosotras verificaremos que sus nalgas choquen con los testículos de hule,” dijo Carla. “Al terminar con el último, cada zorrita tendrá que ser violada por su Ama dándole treinta penetraciones lo más profundamente posible,” dijo Estela al señalar el pene que mostraba con lujuria. “Si alguno de ustedes no termina, rompe algún dildo o simplemente no quiere participar, tendrá esa jaula de castidad por un mes completo además de ser castigado por todas nosotras,” dijo Fernanda a los cuatro sumisos.

Dilatar Sus Culitos

“Quien termine será proclamado la mayor zorra, tendrá que usar pantis rosas por una semana pero se le quitará la jaula de castidad, además de permitirle masturbarse y eyacular para nosotras,” dijo Miriam al mostrar las pantis del ganador. “Pero todos deberán terminar la carrera o los castigaremos fuertemente y aunque terminen les daremos un castigo humillante y solo tendrán la jaula por una semana más ¿Las perritas entendieron?” Preguntó la dama dominante a los sumisos, los cuales movieron la cabeza en señal de afirmación.

Las damas aplaudieron, “Bien pero antes debemos dilatar sus culitos,” dijo Carla invitando a cada sumiso a acostarse en el regazo de su dama boca abajo. Cada dama se colocó guantes de látex y lubricó el interior de cada culo sumiso. “Ahora entiendo por qué querías culos vírgenes Miriam,” dijo Fernanda a la anfitriona. “Antes de empezar quiero ver quien traga más vergas,”sugirió Estela a Miriam la cual aceptó gustosa.

Los Testículos De Hule

Las cuatro damas ordenaron a cada sumiso a mamar la verga mas pequeña de cada carril y lo tuvieron que hacer de rodillas. Alguna dama motivaba a cada sumiso para mamar mejor cada verga, “Es suficiente, parece de pie sobre el dildo más pequeño y prepárense,” dijo Miriam y cada sumiso tomó posición. “¡En sus marcas, listos, FUERA!” Entonces cada sumiso comenzó a auto penetrarse.

En un principio, cada sumiso llevaba buen ritmo con los dos primeros dildo los cuales habían entrado con relativa facilidad. No lo hacían tan rápido y trataba de hacer que entrara lo más posible mientras que su dama inspeccionaba que las nalgas de los sumisos aplastaran los testículos de hule. Cada sumiso gemía de dolor y alguna dama dominante fotografió la expresión de sus sumiso para guardarla; pero para el cuarto dildo él sumiso de Estela y Miriam comenzaron a bajar el ritmo dejando que los otros sumisos los adelantaran. “Vamos cerdo miserable o te obligaré a tragar croquetas de perro del inodoro,” gritó Miriam a su sumiso. Estela tomó una regla y con ella golpeo un poco la cabeza de su sumiso. “¿Recuerdas las cuerdas de suspensión que hay en casa?” “Te colgaré de los huevos de ellas si no terminas,” le dijo Estela al oído de su sumiso.

Rápido Zorra Quiero Oírte Gritar

Los sumisos de Carla y Fernanda llevaban un buen ritmo al llegar al dildo mas grande. Él sumiso de Fernanda tomó la delantera pero en un momento bajó el ritmo, lo cual notó él sumiso de Carla y haciendo gala de esfuerzo pudo meterse casi por completo el dildo más grande y cumplir con las veinte sentadas. Al terminar, Carla lo sentó sobre ella para poderlo penetrar. “Rápido zorra quiero oírte gritar,” dijo Carla a su sumiso él cual sigue la orden de su dama y comenzó a ser penetrado por ella. Gracias que ambos llevaron buen ritmo él sumiso pudo terminar la carrera. Carla entonces le colocó las pantis rosas a su sumiso mostrándolo como un trofeo de casa a las demás damas, mientras que los demás tuvieron que terminar la carrera.

En segundo lugar, fue el sumiso de Fernanda, él cual debió de lamer la suela del calzado de cada dama. En tercer lugar terminó él sumiso de Miriam él cual fue usado como urinal por las damas y en cuarto lugar fue él sumiso de Estela él cual recibió rondas de electrochoques en los testículos. Mientras que los tres sumisos cumplían con el castigo, él sumiso de Carla se le permitió bajarse su pantis nuevas para que Carla le quitara la jaula del pene.

Limpiarlo Con La Lengua

“Listo zorrita, queremos ver como te corres sobre mis botas.” Él sumiso tuvo una erección rápida y comenzó a masturbarse de rodillas con la punta del pene frente a las botas de Carla. Las demás damas miraban divertidas hasta que él sumiso eyaculó sobre las botas de Carla y un poco sobre el piso. “Bien algo desastroso, tendrás que limpiarlo con la lengua.” Él sumiso cumplió la orden al pie de la letra.

Al final, Carla volvió a encerrar el pene de su sumiso con la misma jaula, “Te tendré un par de semanas en castidad. Veo que eres más obediente cuando no usas tu apéndice.” La reunión prosiguió con un almuerzo que tres de los sumisos debieron servir, mientras que él sumiso de Miriam esperaba de rodillas en el baño, sosteniendo un rollo de papel higiénico esperando el momento de ser usado.